Intentando rescatar a alguna de las víctimas y en algunos casos lográndolo ofreciendo a cambio nada menos que su propia vida.
¡Corré, Anibal, corré !. Algunos de ellos sobrevivieron y aun están internados, esperándote.
Ojalá llegues antes de que se te muera alguno y puedas rendirle en vida el homenaje que sin ninguna duda se merecen.
¿Cómo no obligaste a todos los cementerios involucrados a mantener las puertas abiertas, hasta que fuera necesario? ¿O no imaginaste la terrorífica situación de que te entreguen el cadáver de tu hijo y no tengas lugar en donde sepultarlo.
¿Cómo fue que soportando tanto dolor, estos padres fueron obligados a esperar 30 horas, a realizar tres reconocimientos y a completar múltiples y engorrosos trámites, mientras las vidas de sus hijos les fueron arrebatadas en 5 minutos?
¿Cómo fue que no designaste a nadie para que supervisara y regulara la
acción de la prensa que, cumpliendo con su labor sin que nadie le impusiera un límite, avanzó sobre la privacidad de momentos que deberian haber sido sagradamente respetados ?
¿Cómo fue que no se logró coordinar un centro único de informacion
centralizada que difundiera un listado de personas fallecidas y hospitalizadas que arrojara un poco de luz frente a tanta tiniebla?
Descargar play store
sábado, 30 de agosto de 2014
El play store
Que cierto es que por dar excesiva importancia al detalle, se acaba perdiendo la perspectiva.
Tendemos, en general a sobredimensionar acciones y situaciones que, al fin y al cabo no dejan de ser un ítem más en nuestro día a día. Vivimos Descargar play store sin apenas darnos cuenta de este hecho. En una continua carrera contra…¿qué?
Excepto en la consulta, el resto del día lo paso Descargar play store con esa sensación perpetua de llegar tarde a todos lados.
Suena el despertador a ritmo de tango y continua el día en un sin parar. Este medio día volvía al trabajo. He aparcado en el parque, a dos manzanas de mi casa, cerca del colegio. Repasaba mentalmente los asuntos pendientes para esta tarde cuando una risotada me ha despertado. En el patio del colegio, los preescolares, con gorritos de Papá Noël, trataban de organizarse en cuatro filas. El resto de niños estaban en frente a ellos esperando a que comenzara la Descargar play store.
Imaginaros; ratetas navideñas de unos tres años, con barbas postizas de algodón y unas campanillas colgadas de las mangas. El de atrás, que le atiza al siguiente con la campana (y es que eso de coordinar los tintineos con el villancico… ¡es difícil!). El Papá Noël achichonado, que le estira de la borla del gorro al agresor. El del extremo, que prefiere bailar a cantar y desorganiza al resto de la fila…
Y yo, en medio de un paso de cebra, muerta de risa, con una expresión de felicidad tonta en mi cara.
El claxon de un coche me ha devuelto a la realidad (menuda pitada chico, no me mires con cara de asesino que ya me muevo).
El conductor se fija entonces en el guirigall que están montando los pequeños y … ¿si?, ¿será verdad? ¡Está sonriendo!. –Hay que ver lo que arman con lo enanos que son. Discúlpeme por asustarla- Prosigue su camino.
Tendemos, en general a sobredimensionar acciones y situaciones que, al fin y al cabo no dejan de ser un ítem más en nuestro día a día. Vivimos Descargar play store sin apenas darnos cuenta de este hecho. En una continua carrera contra…¿qué?
Excepto en la consulta, el resto del día lo paso Descargar play store con esa sensación perpetua de llegar tarde a todos lados.
Suena el despertador a ritmo de tango y continua el día en un sin parar. Este medio día volvía al trabajo. He aparcado en el parque, a dos manzanas de mi casa, cerca del colegio. Repasaba mentalmente los asuntos pendientes para esta tarde cuando una risotada me ha despertado. En el patio del colegio, los preescolares, con gorritos de Papá Noël, trataban de organizarse en cuatro filas. El resto de niños estaban en frente a ellos esperando a que comenzara la Descargar play store.
Imaginaros; ratetas navideñas de unos tres años, con barbas postizas de algodón y unas campanillas colgadas de las mangas. El de atrás, que le atiza al siguiente con la campana (y es que eso de coordinar los tintineos con el villancico… ¡es difícil!). El Papá Noël achichonado, que le estira de la borla del gorro al agresor. El del extremo, que prefiere bailar a cantar y desorganiza al resto de la fila…
Y yo, en medio de un paso de cebra, muerta de risa, con una expresión de felicidad tonta en mi cara.
El claxon de un coche me ha devuelto a la realidad (menuda pitada chico, no me mires con cara de asesino que ya me muevo).
El conductor se fija entonces en el guirigall que están montando los pequeños y … ¿si?, ¿será verdad? ¡Está sonriendo!. –Hay que ver lo que arman con lo enanos que son. Discúlpeme por asustarla- Prosigue su camino.
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